Psicólogos expertos en depresión en niños y adolescentes en Atocha, Madrid
Depresión en niños y adolescentes, ¿cómo detectarla?
La depresión es un trastorno mental que afecta a personas de todas las edades, incluyendo a niños/as y adolescentes. Aunque históricamente se ha subestimado su impacto en la población infantojuvenil, la investigación indica que es un problema significativo y creciente en esta etapa de la vida. La depresión puede tener consecuencias graves en el desarrollo físico, emocional y social de los/as jóvenes, por lo que es fundamental crear conciencia sobre esta problemática y buscar soluciones efectivas para abordarla.
¿Qué es la depresión infantojuvenil?
La depresión en la población infantojuvenil es un trastorno mental caracterizado por una tristeza persistente y una pérdida de interés en actividades que antes eran placenteras. Los síntomas pueden variar, pero incluyen cambios en los patrones de sueño y alimentación, fatiga, baja autoestima, dificultad para concentrarse, aislamiento social y, en algunos casos, pensamientos suicidas. Los niños y adolescentes que padecen depresión pueden experimentar un deterioro en su funcionamiento académico, familiar y social.
¿En qué se diferencia de una depresión adulta?
Un elemento muy importante a la hora de comprender este trastorno en los/las menores es que los síntomas de bajo estado de ánimo suelen manifestarse de un modo diferente al de los adultos.
En lugar de encontrar síntomas como la tristeza o el llanto, podemos encontrar síntomas de irritabilidad, problemas físicos (dolores de tripa, de cabeza…) o conflictos sociales en ámbitos donde antes no ocurrían (por ejemplo, en el cole o con amigos/as).
También es común la pérdida de interés, que en niños/as se manifiesta como quejas y aburrimiento continuo.
Igual que en los adultos, también pueden darse problemas cognitivos, como dificultades en la atención, concentración y/o memoria, que suelen manifestarse de forma más evidente en el ámbito escolar.
Por lo general, pueden ser niños/as que apenas veamos sonreír y su sistema de juego y/o conductas de exploración y de implicación social pueden estar bastante inhibidos.
Causas y factores de riesgo
La depresión en la población infantojuvenil es un fenómeno multifactorial, en el que intervienen diversos elementos que interactúan entre ellos. Algunos de los factores de riesgo incluyen:
- Factores genéticos: Antecedentes familiares de depresión pueden aumentar la predisposición a desarrollar el trastorno.
- Factores ambientales: Experiencias traumáticas, conflictos familiares, acoso escolar, pérdida de seres queridos y otros eventos estresantes pueden contribuir al desarrollo de la depresión.
- Cambios hormonales y cerebrales: Durante la adolescencia, el cerebro atraviesa una intensa reorganización y maduración, lo que puede hacer a los jóvenes más vulnerables a la depresión.
- Problemas de salud: Enfermedades crónicas o trastornos del desarrollo también pueden ser factores desencadenantes.
Consecuencias de la depresión infantojuvenil
En los niños/as y adolescentes, la depresión tiene gran impacto sobre su crecimiento y desarrollo psicoemocional, sobre el rendimiento escolar y las relaciones familiares e interpersonales. Existe evidencia de que los trastornos depresivos que no reciben atención profesional, pueden cronificarse hasta la adolescencia o incluso la edad adulta.
En la adolescencia, la depresión puede estar asociada con abuso de alcohol y drogas, conducta sexual de riesgo, conductas delictivas, aumento de la violencia y con trastornos alimentarios. Además, afectan al desarrollo emocional, motor, cognitivo, social, comportamental y somático.
La depresión, junto a la ansiedad, constituye uno de los trastornos de salud mental más comunes en niños/as y adolescentes. Además, las personas que sufren sintomatología depresiva en la infancia y en la adolescencia tienen muchas posibilidades de padecer depresión mayor o trastorno depresivo persistente (distimia) en la edad adulta.
No debemos olvidar el riesgo de suicidio que en ocasiones puede darse asociado a la depresión. Según la OMS, las tasas de suicidio entre jóvenes han ido aumentando y actualmente el suicidio es la segunda causa de muerte en el grupo de 10 a 24 años.
Abordaje psicoterapéutico
Del mismo modo que hemos visto en el caso de los adultos en “La depresión, en qué consiste”, el tratamiento psicológico es el tratamiento de elección en los casos de depresión infantojuvenil y el que se demostrado más efectivo. La intervención psicológica en la depresión infantojuvenil, tiene como principales objetivos:
- Disminuir el estrés del niño/a o el adolescente en todos los contextos (social, escolar y familiar). Para ello, es imprescindible la estrecha coordinación entre todos ámbitos de la vida del/la menor.
- Dotar a los padres y a las figuras de referencia del/la menor de habilidades de regulación emocional para que puedan modelar estos comportamientos y éste disponga de un entorno de seguridad donde poder expresar y regular sus emociones, especialmente la tristeza.
- Incorporar actividades de relajación, técnicas de entrenamiento cognitivo para el control de pensamientos negativos, entrenar las habilidades sociales y otras estrategias que hagan aumentar la autoestima y la autoeficacia.
- Evaluar y, en su caso, intervenir en los casos en los que coexista la vivencia de una situación traumática.
¿Cómo tratar con niños o adolescentes con depresión?
- Prestar atención a las señales: Los cambios en el comportamiento, el estado de ánimo y el rendimiento académico de tus hijos/as pueden ser señales de sintomatología depresiva subyacente. Si se observan signos de depresión, como tristeza persistente, falta de interés en actividades que antes eran placenteras, cambios en los patrones de sueño y alimentación, aislamiento social o irritabilidad, es importante abordar el tema con sensibilidad y apertura, y buscar ayuda profesional.
- Comunicación abierta: Fomentar una comunicación abierta y honesta, animando a los niños/as o adolescentes a expresar sus emociones y escucharlos sin juzgar. Debemos evitar minimizar sus sentimientos y hacer preguntas abiertas para comprender mejor sus preocupaciones.
- Ofrecer apoyo emocional: Brindar apoyo emocional constante y mostrarles que estáis ahí para ellos/as. Es importante valorar sus esfuerzos y logros, incluso si son pequeños.
- Promover hábitos saludables: Fomentar hábitos de vida saludables, como una dieta equilibrada, ejercicio regular y un buen descanso. Estos factores pueden ayudar a mejorar el bienestar emocional.
- Modelar bienestar emocional: Modelen bienestar emocional y habilidades de afrontamiento efectivas. Los niños aprenden mucho al observar cómo sus padres manejan el estrés y las dificultades en la vida diaria. Del mismo modo, es importante que demos ejemplo y normalicemos que las personas a veces estamos tristes y no es algo malo, sino parte de la vida. Además, la tristeza es una emoción útil que nos informa sobre lo que está pasando en nuestro entorno y nos ayuda a tomar decisiones.
- Participar en actividades juntos: Animar a participar en actividades recreativas y deportivas que puedan resultarle placenteras. Participar en actividades juntos como familia también puede fortalecer los lazos emocionales.
- Evitar el estigma: Evitar el estigma asociado a la depresión y hablar sobre la importancia de cuidar la salud mental de la misma manera que cuidamos nuestra salud física.
- Ser paciente y comprensivo/a: La recuperación de la depresión puede llevar tiempo. Es importante que tu hijo/a se sienta comprendido/a mientras atraviesa este proceso, y reforzar cada paso que dé hacia la mejora.
En Aequa Psicología trabajamos desde un enfoque integrador, adaptándonos a las necesidades de cada familia. Si observas en tu hijo/a síntomas compatibles con la depresión, no dudes en contactarnos y agendar una cita. Estamos aquí para brindarte el apoyo y la orientación necesaria para manejar las posibles dificultades que puedan surgir en el proceso. Como hemos visto, buscar ayuda profesional en estos casos es importante para prevenir el daño que la depresión puede causar en todos los ámbitos de la vida del/la menor.
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